lunes, 30 de agosto de 2010

EL HOMBRE DE LA CÁMARA (1929) - Dziga Vertov

   En su película desarrolla su serie Cine Verdad con una codificación comunista de la realidad. Las escenas forman todo una vida cotidiana, el capitalismo y la vida doméstica; retratando toda una sinfonía de una ciudad, la ciudad de San Petersburgo, usando la cámara como un ojo mecánico, más perfecto que el ojo humano. Las tomas del principio cuentan con algo muy especial que es la magia; las sillas que se abren y cierran solas o la cámara gigante y Mikhail Kaufman, el fotógrafo, sobre esa cámara gigante, colocándose y acomodando otra cámara. El documental tiene partes de la realidad que tomaron de improviso por la playa; a la burguesía y la clase trabajadora, jugando con los contrastes sociales y económicos que crean. Los que son de clase alta se encuentran tumbados en la arena, descansando y los de clase baja tomando clases de nado, por ejemplo.
También, el ritmo que crean los automóviles, el tren, el tranvía que forman parte de la velocidad, movilidad y la fuerza de la producción industrial, crean un ritmo futurístico. La escena que más me ha gustado es cuando las manos de una mujer trabajando en un envoltorio para cigarros en una fábrica. La música va al ritmo de sus manos, mientras envuelven el papel rápidamente apoyándose en un modelo de madera; después nos deja ver su rostro, ella sonríe. Para mí, es una de las escenas que más me hacen sentir respecto a su estado, el ambiente, la actividad, el mundo social en el vive día con día y del que está siempre rodeada.

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